jueves, 25 de junio de 2015

CARNE O ESPIRITU? ELIGES?

¿Pero qué de nuestro cuerpo en el aquí y ahora? Es obvio que nuestro cuerpo actual no está redimido sino que sigue siendo corruptible. Sin embargo, ya no somos esclavos de los apetitos, deseos, orgullo, egoísmo y otras características de la carne caída, a menos que escojamos serlo. Ahora podemos echar mano de la fortaleza de nuestra nueva naturaleza y vivir por ella en lugar de vivir por la carne. El factor determinante es nuestra alma, porque es quien toma la decisión. Esta es la pieza del rompecabezas que muchos no entienden.

Veámoslo de este modo: imagine que es usted un prisionero de guerra y por años ha estado atado en la celda de una cárcel, cautivo por el enemigo. El nombre de su celda es ‘"deseos impíos de la carne”. Pasa el tiempo y un día su rey gana la batalla para liberarlo. Llega uno de sus sirvientes y abre la puerta de su celda. Ahora usted tiene una elección: ¿saldrá a la libertad que su gran líder proporcionó, o se quedará en el lugar con el que está familiarizado tras todos aquellos años? Su rey es un caballero y no le obligará a abandonar la celda. La decisión es de usted.

Antes de abrir la puerta de su celda, usted no tenía elección y no podía ser libre. Ahora puede alejarse de la celda de los “deseos impíos de la carne”. Si escogiera quedarse en la celda, aunque la guerra por su libertad se había ganado, seguiría estando en ese mismo lugar de cautividad. El alma es la parte de nosotros que toma esta decisión: ¿saldremos de la cárcel o nos quedaremos atados? Esta ilustración nos ayuda a comprender la tristeza de un hombre o mujer redimidos y que siguen viviendo para los apetitos de la carne.

 enemos una ley natural que conocemos como gravedad de la tierra. En términos profanos, es la fuerza de atracción que la tierra ejerce sobre cualquier objeto que esté sobre ella o cerca de su superficie. Para simplificarlo aún más, si sube usted a lo alto de un rascacielos de sesenta pisos e imprudentemente salta desde el tejado, descenderá a una velocidad muy rápida hasta llegar al piso que está abajo. Esto es cierto de cualquier objeto físico. Todos los seres humanos estamos bajo esta ley.

Sin embargo, hay otra ley, descubierta por Daniel Bernoulli en el siglo XVIII, que conocemos como ley de la elevación. Dicho con sencillez, esta ley da a un avión la capacidad de volar. Por tanto, si se sube usted a un avión y aplica empuje a los motores, al exceder la velocidad de despegue, se liberará de la 'ley de la gravedad y se elevará a los aires. Así, ¡la ley de la elevación le liberará de la ley de la gravedad!

Esto ilustra lo que la ley del Espíritu de vida (la ley de nuestro nuevo ser) hizo por nosotros con respecto a la ley del pecado y de la muerte. Antes de recibir nuestra nueva naturaleza, no teníamos avión para elevarnos a los amigables cielos y liberarnos de la ley del pecado y de la muerte. Sin embargo, una vez que entramos en el conocimiento de Dios, entramos en nuestro avión de la gracia y, mediante el empuje de la fe, volamos hacia la libertad. Ahora ya no estamos atados a vivir como lo hacíamos antes, atrapados por deseos de la carne descontrolados e impíos. Ahora somos libres para permanecer en el avión de nuestra naturaleza renacida y vivir de modo extraordinario. Permítame decirlo de nuevo: ya no tenemos por qué vivir según la carne. ¡Somos libres!
CARNE O ESPIRITU?
Sin embargo, supongamos que yo decido apagar los motores del avión a una altura de treinta y nueve mil pies y de algún modo detengo el ímpetu del avión hacia delante. ¿Sabe qué? La gravedad sigue existiendo. Una vez más estoy bajo su control y cayendo hacia la tierra rápidamente. La gravedad no cesó mientras yo era libre de ella. El principio de Bernoulli no eliminó la gravedad, solamente eliminó su influencia.

No es muy distinto con respecto a nuestra carne. Si el alma de un creyente decide escuchar repetidamente a la carne en lugar de a la nueva naturaleza que está influenciada por el Espíritu Santo, no pasará mucho tiempo hasta que la carne esté en control ,ERES CARNE O ESPIRITU?
Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios (Romanos 8:7-8, énfasis añadido).

Si nuestras mentes están alimentando a nuestra carne en lugar de a nuestro espíritu, entonces no podemos vivir en la esfera de la ley del Espíritu de vida porque seguimos estando atados a la ley del pecado y de la muerte. Aunque puede que un día muramos y vayamos al cielo, seguimos estando bajo la ley que nos ata cuando somos incrédulos; nos hemos quedado, o hemos regresado, a nuestra celda en la cárcel.
 De nuevo vuelve a la fe. Si creemos que nuestra carne es dominante, autoritaria, poderosa, y que estamos a merced de ella, entonces cosecharemos en consecuencia. Sin embargo» si creemos la Palabra de Dios, que su Espíritu infunde vida a nuestra carne y que ya no estamos sujetos a ella, ¡entonces se hará según nuestra fe! Una vez más vemos por qué la Escritura declara: “Sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6). Debemos recordar siempre que una creencia correcta produce una vida correcta. Lo contrario es también cierto: Una creencia errónea produce una vida errónea. Pablo concluye:

Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu (Gálatas 5:25, NVI).RECUERDA NO ERES RELIGIÓN ERES RELACIÓN CON DIOS, QUE ESTÁ DENTRO DE TI....

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